lunes, 9 de diciembre de 2013

LIBERACIÓN DE ENDORFINAS Y EJERCICIO. SENSACIÓN DE BIENESTAR.



Según los estudios, parece ser que la participación en actividades físico-deportivas incrementa la forma física, y este estado de bienestar repercute, sobre el estado de ánimo de las personas. Este estado de bienestar físico puede tener diferentes dimensiones y, por tanto, las hipótesis que se podrían formular para explicar esta mediación pueden ser también diversas. No obstante, las hipótesis que cada vez tienen mayor fuerza son aquellas que relacionan estos procesos con las endorfinas, las monoaminas y la regulación de la temperatura corporal.


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La práctica físico-deportiva parece tener un efecto positivo sobre la salud mental ya que produce la liberación de endorfinas (B endorfinas), y esto lleva a la reducción de la ansiedad, la depresión y el estrés. Cualquier tipo de actividad física, ya sea de bajo o alto impacto, libera estas sustancias que actúan directamente sobre el cerebro produciendo una sensación de bienestar y relajación inmediata. Además inhiben las fibras nerviosas que transmiten el dolor, generando analgesia y sedación. Por tanto se puede lograr un estado de euforia gracias a estos “analgésicos naturales” o “hormonas de la felicidad”. Aunque algunos estudios apuntan a que el papel de las endorfinas es secundario.

La actividad físico-deportiva también provoca la liberación de neurotransmisores como la serotonina, dopamina y noradrenalina. Estas moléculas se sabe que están implicadas en las emociones. 

También diferentes estudios han demostrado la influencia del ejercicio sobre estos neurotransmisores cerebrales que además están asociados al almacenamiento y recuperación de la memoria (aplicación directa a los estudiantes o puestos de trabajo de tipo creativo, etc…) y también con el estado de ánimo, al que contribuye el aumento de la temperatura corporal, y la relajación muscular. Además estos estudios sugieren que el ejercicio habitual puede generar cambios estructurales permanentes en el cerebro.

INTENSIDAD NECESARIA:

El American College of Sports Medicine (ACSM) (1999) recomienda que se practique ejercicio físico con una “frecuencia” entre 3-5 días por semana para conseguir mejoras significativas en trastornos de ansiedad. En la “duración”, parece haber cierta coincidencia en el intervalo 20-60 minutos por sesión, o bien lo suficiente para provocar un gasto energético entre 200 y 300 kilocalorías. En cuanto a la “intensidad”,debería adecuarse a la forma física de cada persona. En todo caso, un ejercicio saludable sería aquél que se encontrara entre el 50% y el 85% del consumo máximo de oxígeno (VO2max).

Según el Departamento de salud y servicios humanos de EE.UU (1996), la cantidad más que la intensidad de la actividad físico-deportiva influye sobre los estados de salud. De hecho, parece que no es necesario realizar una actividad física vigorosa para mejorar sus efectos sobre la salud. Aunque no hay un consenso generalizado y homogéneo sobre estos parámetros.

Lo que sí está claro, es que a cualquier edad, si se desea una mejora física de cualquier tipo, sí es necesaria una actividad media- vigorosa, en los parámetros de entrenamiento físico en los que nos estemos moviendo.


Tomado parcialmente de: Arruza, J. A.; Arribas, S. ; Gil De Montes, L. ; Irazusta, S. ; Romero, S. y Cecchini, J.A. (2008).
“Repercusiones de la duración de la Actividad Físico-deportiva sobre el bienestar psicológico”.
Revista Internacional de Medicina y Ciencias de la Actividad Física y el Deporte vol. 8 (30) pp. 171-183





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